lunes, 30 de julio de 2012

El gran "prohombre" John Pierpont Morgan... Por J. Navescase.




Queridos lectores,

Abordamos hoy una pequeña y sencilla reflexión sobre los bancos, los mercados financieros y la deudocracia, y lo haremos comparando dos situaciones, una relativamente lejana y otra cercana.

El negocio tradicional de los bancos es guardar dinero, en forma de depósitos. Ese dinero pueden prestarlo, por ejemplo para una hipoteca, a pesar de que esos depósitos son exigibles a corto plazo, son una obligación del banco a corto plazo. Ese desfase en los plazos entre sus obligaciones y sus derechos (cobrar las hipotecas) puede causar una crisis de liquidez.

Cualquier empresa puede tener una crisis de liquidez, por ejemplo una fábrica. Eso no quiere decir que sea insolvente, puede tener activos no-líquidos que superen con creces sus deudas, por ejemplo edificios, máquinas, contratos para suministrar determinados bienes dentro de un año o dos, etc. Por eso es tan urgente para los políticos españoles que vuelva a “fluir el crédito”, para que muchas empresas puedan refinanciarse y no quebrar. He venido indicando que esta situación es más grave para las PYMES, que dependen de los bancos. Pero a estas alturas, la enorme crisis de liquidez que vivimos afecta también a las grandes empresas, que están viendo subir los intereses de su deuda.

Sin embargo, en el caso del negocio financiero es muy sencillo que una crisis de liquidez termine en insolvencia. Cuando se sospechaba que un banco no podía hacer frente a sus obligaciones los depositantes corrían a retirar su dinero. Evidentemente, ningún banco podía devolver todos los depósitos, ya que habían prestado ese dinero. Ese fenómeno se conoce como “bank run” o corrida bancaria. Hay muchos documentales que explican esto, por citar uno que no me desagrada del todo recomendaré “Money fix (dinero que cura)

Una solución bastante evidente que nos dan a estos problemas es que los bancos guarden efectivamente el dinero, con un coeficiente de caja 100% Esta propuesta suele ir unida a otras como retorno al oro, cero inflación, cero impuestos, respeto de la familia y la herencia y reducción del estado a la mínima expresión. En definitiva es una reivindicación de la propiedad privada “sin concesiones” Por qué están volviendo estas ideas, ligadas a las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX es una cuestión interesante, que de momento dejaremos de lado.

En este post nos centraremos en describir una situación histórica de “bank run”, el pánico de 1907 en New York, de gran interés por ser previo a la creación de la Reserva Federal (de hecho es el motivo de su creación). Posteriormente, trataremos de extrapolar en la medida de lo posible esa situación a la actualidad, comprobando la relación que tienen las soluciones que se dieron a esos problemas con lo que hoy en día algunos llaman deudocracia.


La historia que nos han contado del pánico de 1907 comienza con una maniobra especulativa. Esto es  verdad hasta cierto punto, en aquella época existía una primera globalización. Lenin, en un folleto de 1917 afirmaba:
Lo que caracterizaba al antiguo capitalismo, en el que reinaba la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al capitalismo actual, en el que reinan los monopolios, es la “exportación de capitales”.
Frase discutida por Fernand Braudel, pero que refleja acertadamente la libertad de movimiento de capital impulsada por el imperio británico. Es interesante reseñar que en aquella época, la condición esencial para crear un orden que permitiese la exportación de capitales y su posterior regreso engrosados con el beneficio, era la condición imperial del Reino Unido, que aseguraba la propiedad de los mismos.

Nos encontramos ante una paradoja dialéctica que el gran Zygmunt Bauman no dejaría de apreciar. La libertad de movimiento de capital se sustentó en un imperio, una falta de libertad para los pueblos englobados bajo el mismo. La libertad de unos, conseguida a costa de la opresión de otros, necesaria para garantizar la propiedad privada.

Perdonadme esta pequeña digresión, pero a consecuencia de esta primera globalización, existía en el año 1907 una escasez de liquidez global como consecuencia de crisis bancarias en Europa y Japón. Wall Street tendría que manejarse con sus propios fondos. Pero volvamos a la historia “de manual”.

Un señor, de nombre F. Augustus Heinze, decide intentar ganar mucho dinero en la bolsa. Este señor tenía una compañía llamada United Copper Company que había dividido en acciones y cotizaba en bolsa. Pequeños especuladores le piden prestada su acción con la intención de vendarla todos a la vez, esto hará que la acción baje y puedan recomprarla más barata para devolverla de nuevo a Heinze, embolsándose la diferencia.

Pero Heinze tenía otros planes. Intentará hacerse con todas las acciones de la United Copper y los pequeños especuladores tendrán que pagarle el precio que el pida, ganando una fortuna. Heinze cuenta con un amigo banquero, Charles W. Morse,

Cherles W. Morse, en el centro, a la moda de la época

entre los dos controlan varios bancos, pero deciden reunirse con Charles T. Barney un banquero importante de la ciudad, que rehúsa participar en la operación.

El edificio del banco de Barney, Knickerbocker Trust, de estilo neoclásico un tanto kitsch 

El 14 de octubre comienzan a comprar acciones y dos días después la maniobra fracasa estrepitosamente. Uno de los bancos de Heinze, el banco del pueblo donde hizo su fortuna, The State Savings Bank of Butte, Montana, anuncia que es insolvente. Comienzan “bank runs” en bancos relacionados con Heinze y su socio Morse: Mercantile National Bank, National Bank of North America y New Amsterdam National.

Hasta aquí la historia parece bastante lógica, dos tipos intentan una maniobra especulativa, la gente sospecha que se han arruinado y retira los depósitos. Pero, una vez comenzado un pánico no es tan fácil detenerlo. Recordemos que tenían un amigo, Charles T. Barney, que aunque no había participado en la operación, se había asociado en otras ocasiones con los dos “elementos” en cuestión. Así que el “bank run” continúa, esta vez afectando a la Knickerbocker Trust Company, la entidad financiera de Barney, de mayor peso que las anteriores.

Supuesta imagen del pánico en la Knickerbocker

Finalmente, el pánico continúa extendiéndose a más bancos y estos, ante el temor de una retirada masiva de depósitos, empiezan a ser reticentes a prestarse entre si y a otros. En definitiva, una crisis de liquidez, como la que vive ahora España, o como la que en 2008 sacudió la economía mundial.

Colas para retirar depósitos del Lincoln Trust Co.

En aquella época Estados Unidos no tenía un banco central, pero tenía a los famosos barones-ladrones. J.P. Morgan, el banquero más respetado de la época, estaba fuera de la ciudad cuando empezaron los acontecimientos, en un evento religioso. Al llegar a New York rápidamente empezó a organizar la solución a la crisis.

El gran prohombre John Pierpont Morgan

Junto con otros banqueros prominentes liquidó activos de uno de los bancos en problemas, a cambio de liquidez para hacer frente a la retirada de depósitos, y organizó a otros banqueros menores para conceder un préstamo de emergencia de 8 millones de dólares.

John D. Rockefeller, el más célebre barón-ladrón depositó 10 millones de dólares en un banco de New York, y el gobierno repartió otros 25.

Sin embargo, la bolsa se había quedado sin liquidez y se encontraba en caída libre. Pero allí estaba Morgan para aunar esfuerzos con otros banqueros y prestar otros 33 millones de dólares a las empresas que se dedicaban a la compra y venta de acciones en la bolsa de New York.

El pánico parece no tener fin, así que los banqueros toman decisiones radicales: hacer lo que los políticos hacen hoy en día, declaraciones para calmar al mercado. Se reúnen con la prensa y con la iglesia para que manden un mensaje de confianza, está última en el sermón dominical.

En este momento crítico, la cámara de compensación de New York emitió 100 millones de “certificados de préstamo”. Al final del post explicamos esto en más detalle*, es un tecnicismo que no aporta nada a los argumentos principales. De forma simplificada diremos que es similar a lo que hace un banco central como prestamista de última instancia, cambiar activos con vencimiento a largo plazo por dinero líquido (o prestar dinero con activos como garantía), salvo que los certificados de préstamo solo servían para ser intercambiados entre bancos, no podían usarse, como el dinero de curso legal, en la economía no financiera. Su efecto era similar pero mucho más débil a las acciones de un banco central, liberar liquidez para hacer frente a la retirada de depósitos, evitando pagos entre bancos en dinero.

Esa acción probablemente solucionó en gran medida la crisis, aunque todavía hubo margen para un final teatral protagonizado por Morgan. Dos bancos pequeños estaban contra las cuerdas, y era posible que el lunes no pudiesen hacer frente a las retiradas de depósitos. Morgan reunió a 40 o 50 pequeños banqueros en su biblioteca, les dijo que no podría ayudarles más, y les encerró allí, indicándoles que no podrían salir hasta que no llegasen a un acuerdo para un préstamo de emergencia a los dos bancos en problemas.

No se encerraron en mal sitio. Si vais a New York no dejéis de pasar por la Pierpont Morgan Library

Y su estrategia funcionó, final del pánico. Resulta irónico que el banco que fundó el amigo Pierpont, que tanto trabajó para solventar el pánico de 1907, se encuentra ahora en el centro de la crítica porpérdidas millonarias con derivados.

¿Qué os parece? Heinze y Morse fueron juzgados, por esta y muchas otras cuestiones. Eran vividores, aventureros, hoy el mundo se ha hecho pequeño y la aventura se vive delante de una pantalla. Heinze fue absuelto (seguramente comprando al juez) y Morse pasó varios años en prisión. En este nuestro mundo, en el que no existen próximas fronteras, se les llamaría especuladores. Sería impensable que se les juzgase, mucho más probable que se les hiciese un monumento. El especulador es el que descubre la incoherencia de la política económica del gobierno. Siempre hay un burócrata al que echar la culpa.

Lo realmente interesante son las soluciones que se han dado a estos problemas. Morgan puso en juego su dinero con un objetivo, que no cerrasen sus puertas más bancos, que volviera la confianza. Y para eso hay que garantizar las obligaciones, se deben pagar todas las deudas.

Esta idea llevo a la creación de un banco central. Los bancos centrales, cuando actúan como prestamista de último recurso lo que hacen de alguna forma es proporcionar dinero a cambio o con la garantía de esos activos que no son líquidos, que no se pueden convertir en dinero sin una pérdida importante. El Bank of England venía realizando esto desde 1866, durante la crisis de Overend-Gurney. Como consecuencia, habían remitido en el Reino Unido las periódicas crisis de liquidez que continuaban asolando la economía de EEUU. Tras el pánico de 1907 se abre un proceso que culmina con la creación de la Reserva Federal en 1913.



Posteriormente, durante el New Deal, se crearía un fondo de garantía de depósitos. La garantía por parte del estado de todos los depósitos hasta cierto límite.

Fijaos que ambas soluciones van en la misma dirección, asegurar el pago de las obligaciones. Cuando los depósitos están garantizados nadie corre a retirarlos.

Pese a sus limitaciones, estas soluciones funcionaron bien durante la época posterior a la II guerra mundial, hasta la década de los 80.

En los 80 vuelven las crisis financieras, como podemos ver en este gráfico que hemos comentado varias veces. Movilidad del capital en rojo. Crisis bancarias en azul.

En esa década comienza la liberalización e integración del sistema financiero mundial. Se retiran las restricciones y controles a los movimientos de capital y se logra la plena convertibilidad de la cuenta corriente, es decir, no hay límites ni restricciones al cambio de moneda nacional por moneda extranjera.

¿Qué implica esto? Tal y como vimos en el anterior post para el caso de nuestro país, cuando citábamos la carta de los inspectores del Banco de España al ministro de economía, el crecimiento del crédito ya no tendría porqué lograrse a través del correspondiente pasivo en depósitos. Se pueden emitir bonos y venderlos a otros bancos, fondos de pensiones, fondos de inversión, etc, que podrían estar en cualquier lugar del mundo.

Esos bonos, no son como los depósitos “a la vista”, pero no tienen un plazo de vencimiento muy largo, y cuando este se produce nos encontramos con que debemos renovarlo o bien tenemos que reducir activos. En definitiva, tenemos una segunda fuente de pánicos o crisis de liquidez.

Y eso es lo que ha ido pasando durante estos años. Tal y como vimos cuando hablábamos de la exuberancia irracional de los capitales flotantes, en 1997 una crisis financiera en un minúsculo país que representaba el 0,5% del PIB mundial se propagó por todo el sudeste asiático, llegó a Corea y Japón para pasar después a Rusia antes de afectar al corazón del sistema, Wall Street.

Fue allí donde los principales banqueros se reunieron para dar las soluciones que se han venido dando siempre a estos problemas, organizar un rescate. Misma situación y lugares muy cercanos, como las reuniones que 91 años antes había tenido J.P. Morgan, o la que 10 años después se organizaría para tratar de salvar a Lehman Brothers.

Como ya tienen banco central ahora se reúnen en el edificio de la Reserva Federal de New York

Una fuente adicional y muy importante de problemas es el riesgo divisa, relacionado con la variación del tipo de cambio. El tipo de cambio crea un nuevo canal de contagio entre la economía real y el sistema financiero. La retirada de los flujos de capital como consecuencia del pánico podría circunscribirse al sistema financiero, al igual que en las crisis históricas. Pero los inversores o especuladores, suelen anticipar que habrá una devaluación, por lo que se restringe la financiación del sector público y las empresas no financieras. El efecto es parecido a un “bank run” contra el banco central. El monopolio de este sobre la emisión de moneda de curso legal no le es de mucha utilidad, ya que necesita divisas para mantener el tipo de cambio.

En la zona euro ese riesgo divisa se traduce en el temor a una eventual ruptura del euro, que está detrás de los movimientos de capital entre los países integrantes de la UME.

Fuga de capitales de la periferia al núcleo de la eurozona
Las fugas podrían atenuarse si el BCE interviniese en los mercados cambiarios comprando otras monedas para rebajar el valor del euro, acercando su valor al de las expectativas de los mercados, de una neo-peseta devaluada. No es una solución que de momento se haya comentado mucho, hablaremos de ella en el siguiente post.

La solución que se ha dado tradicionalmente a estos problemas es, como hemos visto con lo sucedido en el pánico de 1907, garantizar todas las obligaciones. Es decir, la deudocracia.

Sobre estas cuestiones pontificaba el otro día en Project Syndicate un jerifalte de la agencia Moody´s. Según este señor, la eurozona ha cometido un error importante al abrir la puerta a futuras quitas con la ya realizada a Grecia. Y cometería un nuevo error con su plan de liquidar entidades no sistémicas, tal y como se ha recogido en el MoU: el Memorandum of Understandig para la recapitalización del sistema financiero español.

Este documento prevé que se tomen pérdidas no solo en la deuda subordinada y preferentes, que en España se han vendido de forma minorista, lo cual según el MoU se debe prohibir en el futuro. También en la deuda senior, los capitales que han puesto "los mercados" en nuestros bancos.

Los argumentos del Sr. Mahoney son contundentes:

"Dado que los bancos están altamente apalancados, son inherentemente ilíquidos y analíticamente opacos, la confianza de los depositantes solo se puede mantener con la expectativa de un prestamista de última instancia y una autoridad estatal dispuesta al rescate.Estos mecanismos son la razón por la que los bancos nunca hacen default en sus depósitos"

"Esto llega en medio de la mayor crisis financiera de la Europa moderna. En el mismo momento en el que Europa remueve cielo y tierra para restaurar la confianza del mercado en sus bancos, la Comisión ha salido con un plan para permitir que los bancos hagan default en su deuda senior e incluso en los depósitos no garantizados. Esto significa que ahora los potenciales compradores de obligaciones bancarias se enfrentan al riesgo de que, en caso de un rescate bancario, ellos se enfrentan a pérdidas".

Esos argumentos son correctos, yo diría que ortodoxos, y añadiría “Sr. Mahoney, váyase al pedo”

Los países de la periferia europea, excepto Italia, han apalancado sus economías de forma tremenda sobre la deuda externa. Garantizar las obligaciones es una forma de generar confianza, pero llegados a este punto, reducir esas obligaciones, incluso aunque sea imponiendo pérdidas, puede generar confianza en mucha mayor medida que unas garantías imposibles de llevar a efecto.

¿En serio creemos que la quita a Grecia ha empeorado su situación, por la pérdida de garantías? ¿o la ha mejorado al reducir sus obligaciones y por tanto aumentar la probabilidad de pago?

Una institución financiera presta un capital con un interés porque asume un riesgo. Podríamos decir que su negocio es cobrar “la prima de riesgo”. Si garantizamos el pago de todas las obligaciones, incluso las más especulativas, entonces deberían cobrar una comisión, por realizar un trámite o gestión y deberíamos ver como se reducen drásticamente sus beneficios.

Un coeficiente de caja 100% podría resolver estos problemas por medio de una fuerte represión financiera. Curiosamente, pese a tratarse de una medida fuertemente represiva es defendida junto con la libertad económica. En mi opinión esa medida no se llevará a cabo e iremos a sistemas de garantías, para lo cual debe existir un sistema monetario internacional que funcione, y atempere en buena medida el riesgo divisa, como lo hizo el sistema Bretton Woods.

Posibilidades existen: usar los Derechos Especiales de Giro, referenciados a una cesta de monedas, como activo de reserva, atemperando los vaivenes de los tipos de cambio. Un redefinición del FMI, como prestamista de última instancia a nivel internacional, con condicionalidad a más largo plazo y sin ser acreedor preferente. Un esquema de vigilancia parecido al MIP europeo, pero a nivel internacional.

En definitiva una solución compleja, cooperativa y para la que tendremos que confiar en las instituciones, los burócratas.

¿Es posible? Es difícil. La cuestión es ¿a quien beneficia el orden actual? Solo hay que mirar que países se han beneficiado de la globalización. Los riesgos de que los ganadores quieran seguir exprimiendo los mecanismos de la economía-mundo existen. Hacía donde vamos y hacía donde deberíamos ir son cosas bien distintas.


* Nota sobre los certificados de crédito: Son emitidos por la cámara de compensación de New York, una institución que se ocupa de los pagos entre bancos, y que está participada por ellos. Es un instrumento artificial de pago para usar entre los miembros de la cámara. Es un tipo especial de papel-moneda, un certificado que decía que tal banco pagará esta cantidad al portador. El banco que pedía prestado ponía colateral como garantía en la cámara de compensación y pagaba un interés alto al tenedor del certificado.  Ese interés hacía que fuese negociable en sustitución del oro y el dinero de curso legal. El certificado estaba respaldado por la cámara de compensación en conjunto además del colateral que servía de garantía. Pese a que no era moneda de curso legal incrementaba la liquidez al liberar efectivo, que ya no debía ser utilizada para pagos entre bancos. Tal y como se contempla endiversos estudios, era un sucedáneo de la liquidez aportada por un prestamista de último recurso.

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